miércoles, 24 de abril de 2013

Competitividad, el dilema actual.

Napoleón dijo. "El día que china despierte el mundo temblará". En la segunda mitad del siglo XX, las empresas occidentales han ido progresivamente creando empresas en extremo oriente. Empresas necesitadas de gran mano de obra. El primer efecto fue el que Occidente adquiriese una gran capacidad de consumo pues se ponía a nuestra disposición un gran número de bienes a precios muy competitivos. Al mismo tiempo y sin apreciarlo, nuestras empresas fueron dejando de producir dichos productos produciéndose un traspaso de la masa obrera productiva a otros sectores. La burbuja inmobiliaria asimiló dicho traspaso, pero hoy tras el desplome sobrevenido, vemos que el gran número de desempleados existentes no encuentran otra vía de escape que la emigración, pero con la particularidad de que es un coto reservado solo para aquellos que disponen de alguna preparación universitaria. El resto, la mayor parte de los desempleados, por mas que busquen, comprueban que no hay ofertas suficientes de trabajo. Se intenta, por parte de la administración, incentivar a los emprendedores, pero por muchos que se aventuren, difícilmente absorberán a los seis millones de desempleados existentes. Nos encontramos ante la disyuntiva, que por mucho que bajen los precios los bienes de consumo, estos difícilmente tendrán salida pues la capacidad de consumo es nula, o está bajo mínimos. Lo que es peor, año tras año se incorporan un gran numero de pensionistas que jamas imaginaron que después de toda una vida, el sistema de pensiones esté en peligro y que decir de todos los mayores de 50 años, en situación de desempleo, que ven que la única solución para subsistir hasta la fecha de jubilación va a depender de malvender algún bien, siempre y cuando disponga de ello. 
Los productos de importación, cuentan con la particularidad, de que la gran mayoría de sus países, ademas de contar con salarios muchos mas bajos, carecen de costes sociales, como puede ser el disponer de una seguridad social. He aquí, donde hemos de maniobrar de forma que recuperemos algo de competitividad, que permitiría incrementar la población ocupada y de paso poder mantener el estado de bienestar social. La clave está en suprimir las cuotas a la seguridad de las empresas y compensar la merma que sufriría la seguridad social con un incremento de las cuotas del iva. Con esto conseguiríamos por una parte que los productos fabricados aquí fuesen mas competitivos de cara a la exportación y su diferencial con los de importación se viese mermado por el incremento tributario de iva que sufrirían los de importación. Aún no se produciría una igualdad de condiciones, pero habríamos mejorado sensiblemente. Muchas empresas pasarían a ser sostenibles y con ello se conseguiría, de momento, parar mas cierres de empresas y que , en primer lugar, las exportadoras necesiten mas mano de obra, y que estas al incrementar de nuevo el consumo genere una espirar de nuevas empresas que poco a poco acaben con el lastre del paro. 
No le quitemos la razón a napoleón, pero en nuestras manos está que los cimientos perduren y sirvan de sostén a nuestra .

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